Hace
dos años que estoy divorciada. Ahora mi memoria archivó aquellos días en su carpeta
de recuerdos de vida. Pero, si la abro, aunque sea un segundo, y tomo
cualquiera de sus letras, puedo recordar lo duro que fue marcharme de aquel
lugar, que había sido mi hogar durante 10 años, con mi hijo de la mano. Fue
duro pero lo superé con la ayuda de mis padres y las charlas de madrugada con
mi loca del alma. Fue, así en pasado, pero cuando los posos se depositan en la
taza de porcelana inglesa, dicen, que se puede leer sobre ellos. Y eso sucedió
en el mes de diciembre de 2019.
Llevaba
meses de baja, tras mi última operación por Endometriosis, me acababa de quedar
sin trabajo, otra vez, tras 1 años y 3 meses, trabajando a través de una ETT en
la misma empresa, y, este escenario, fue el idóneo para que leyeran mis posos.
Era
una obviedad que me faltaba salud, que había atravesado duros reveses
emocionales, personales, sociales y físicos. Eran obvias tantas cosas que hasta ese momento no lo eran.
¿Tienes hambre?
La
primera mujer que me quiso ayudar, leyendo mis posos, descubrió que, en
realidad, para mí todo había comenzado mucho antes y, tan solo, era ahora cuando mis archivos necesitaban
liberar espacio de sus carpetas.
Hace
2 años que tengo una relación tóxica con la comida. Le dije. He perdido 16
kilos. Le dije.
Hablando
descubrimos, supimos, que, en realidad, hacía algo más de tiempo. La burbuja de
estrés, ansiedad y tristeza que me rodeaba no me había dejado percatarme de
ello.
Había
estado sumida en un trance en el que, la comida, era mi vía de escape. Cada
atracón que me daba me proporcionaba un alivio instantáneo que se transformaba
en culpa con cada digestión.
Como
la ayuda de esta mujer no era suficiente, o todo lo cualificada que la ocasión
merecía, (ya sabes si me lees, habitualmente, que a mí me gusta todo a lo
grande), me derivó a la Unidad de Trastornos Alimentarios del Hospital.
Suena peor de lo que parece
Tengo
un diagnóstico de Trastorno Alimentario por Atracón. Es decir, llego a comer,
sin tener hambre, de forma compulsiva sin poder parar. Y eso, es un problema.
Ya no por la apariencia física, que nunca me ha importado, sino porque mi salud
es mucho más que una cara bonita.
Por
ello, hago terapia con una Doctora experta que me da pautas, o truquillos, para
tener una relación sana con la comida.
Ser consciente de que algo no va bien y buscar ayuda
para solucionarlo es de valientes.
Fue
muy gratificante que me felicitara, en la primera consulta, porque llevaba
mucho trabajo hecho por mi cuenta. Eso fue una inyección de autoestima y de
fuerza increíble.
Sin
embargo la cuarentena, por la Pandemia de Coronavirus, me ha matado en este
aspecto. Estar todo el día en casa, con la nevera llena, no se lo deseo ni a mi
peor enemigo. El trabajo de contención y autocontrol es brutal. Aquí estoy yo
contra la comida. Pero sé que lo importante son los pequeños logros y que esto
es un aprendizaje diario.
Anoto
todo lo que como cada día en una libreta. Todo. Esto hace que sea consciente de
lo que como y créeme, cuando he tenido un atracón escribirlo y leerlo, duele y
hace que frenes la ingesta.
Marcar
una rutina de comidas y obligarme a no saltarla también ayuda. Si he
desayunado, almorzado y luego comido, llegaré con menos hambre a la merienda y,
por lo tanto, puede que no aparezca un atracón. Si aparece sé que tengo que
cenar y, posiblemente, este atracón sea más leve que sí sé que tengo barra
libre, pues me puedo saltar la cena.
Vivir
con mi hijo es una ayuda importantísima ya que hago todas las comidas con él.
Comer
me crea ansiedad. Devoro la comida como si una piara de cerdos fuera aparecer robándome
los macarrones del plato. Los trucos de mi terapeuta son:
- Posar los cubiertos tras cada bocado para obligar a reducir el ritmo de ingesta.
- Comer frente a un reloj y marcarme unos tiempos. Por ejemplo, ese plato de macarrones me debe durar 10 min, conseguirlo, simplemente es mi recompensa.
No estoy loca,
ni incapacitada, simplemente como más de la cuenta, a veces.
Hay
un gran tabú sobre los problemas con la alimentación y, si hablas de ello
abiertamente, te expones a ser juzgada, menos preciada o criticada.
Hablar
de salud sin tabúes ni bulos es una responsabilidad que la Endometriosis me ha
enseñado. Quien te quiera hacer daño siempre encontrara el camino pero no
siempre alcanzará su objetivo.
La gente tiene un concepto equivocado sobre los trastornos alimenticios, se creen que es por temas de estética y no ahondan más o no tienen tacto con la gente que los puede sufrir. La ansiedad no es buena, ya te de por comer, por tirarte del pelo o por hacer crucigramas compulsivamente, pero en fin, ¡que te voy a contar! La verdad que estás haciendo un esfuerzo enorme y el haber pedido ayuda a tiempo es un buen punto a favor
ResponderEliminar¡Mucho ánimo en tu proceso de control!, yo tuve un embarazo gemelar con diabetes gestacional y me ayudó mucho el tener un objetivo tan claro como la salud mía y de mis bebés, hubo momentos que los pasé fatal sobretodo en Navidad y tuve que aguantar a mucha gente haciendo referencia a mi físico más que al hecho de hacer la dieta por tema de salud.
Lo dicho, ¡fuerza y ánimo!
Muchismas gracias por el apoyo y comprensión Blanca. Me ha hecho especial ilusión recibir aquí un comentario después de la cuarentena que ha sido una prueba de fuego brutal. Gracias de corazón
EliminarMuchismas gracias por el apoyo y comprensión Blanca. Me ha hecho especial ilusión recibir aquí un comentario después de la cuarentena que ha sido una prueba de fuego brutal. Gracias de corazón
EliminarSin duda has hecho un enorme esfuerzo y es digno de admirar. Estos trastornos como bien dices, son algo que se vé como una...fase no como una enfermedad que a cualquiera puede atacar como puede ser cualquier cosa. Te deseo todo lo mejor, que salgas de ese hoyo y que alces la cabeza de nuevo, como ya he leido con tu otras entradas.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras y ánimo Teresa. Me dieron el alta ya. Aunque no es un alta al uso. Espero no tener una recaída 😄
EliminarMuy bien, Marta. Orgullosa de ti. Yo como tú tarde en darme cuenta que tenía un problema. Ahora estoy mejor. Un abrazo. Soy María José Parra.
ResponderEliminarMuchísimas gracias María José. Ya sabes donde me tienes (que es bien a mano) Un abrazo enorme y gracias por comentar.
EliminarMuy bien, Marta. Orgullosa de ti. Yo como tú tarde en darme cuenta que tenía un problema. Ahora estoy mejor. Un abrazo. Soy María José Parra.
ResponderEliminarMuchísimas gracias María José. Ya sabes donde me tienes (que es bien a mano) Un abrazo enorme y gracias por comentar.
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