Hola te llamas Marta
y estas aquí, siempre has estado aquí, entre las letras de éste blog, en las tíldes
de cada post.
Hace años que
escribes sobre la Endometriosis y cuentas tu historia contra ella para dar
visibilidad a éste problema de mujeres. Lo haces bien. Conectas con otras
mujeres que como tu han perdido calidad de vida y sufren la incomprensión de
una sociedad en aprendizaje para convivir con enfermos crónicos empoderados,
informados y activistas.
Hubo una época en la
que estuviste encerrada en casa durante meses contra tu voluntad. Ayyy si
hubieras podido seguir dando tus paseos matutinos y acudir a tus pruebas
médicas. Pero la pandemia que te enclaustró te unión mucho más a tu hijo y te
hizo recordar por qué no habla tu amiga de algunos temas. Apúntalo querida. Te
hará falta.
Te recuerdo que los
fármacos que te adormecen la memoria simplemente guardan los recuerdos en un
pozo oscuro y tenebroso, que es en el que yo vivo. Aquí custodio todos tus
recuerdos y los libero según los vas necesitando, aunque a veces metas la pata
porque me líe con las llaves de los recuerdos.
Así que, Marta, soy
tu, soy yo, la que hoy te escribe desde aquí, para que recuerdes que no todos
los hombres tienen un corazón limpio y amable. Que en la red también hay
aprovechados que querrán robar tu historia para su beneficio.
Hoy te recuerdo que
durante el confinamiento te llegó una llamada cargada de buena honda pues querían
contar tu historia a fin de demandar investigación a los políticos y que todo fue
una maniobra extraña en donde tu voz se silenció y no se dejó escuchar. Así que
fiel a tus principios y a todas las mujeres que te acompañan dijiste NO.
No todo vale para
dar visibilidad a la endometriosis. Y aunque no lo recuerdes. Aunque esta
historia ya esté sofocada y escondida en el último peldaño de la escalera que
me conduce al exterior, pasó.
Así que, Marta, no
te frustres por no recordar como un hombre joven te quiso ningunear. A veces
hay cosas que merecen no ser recordadas.
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